Después de un lapso de tiempo importante, surgió la inspiración necesaria para narrar la experiencia de mi 1er descenso del Cerro Otto, Bariloche, en los Rollerblade Coyote. Aclaraciones pertinentes, antes de comenzar el relato: por seguridad (o mariconeo, según su perspectiva ^_^) bajé por el camino de ripio que va desde la calle Pioneros hasta la confitería giratoria. Otra es que por el
estado del camino, no pudimos ascender en el auto hasta la confitería (si, otra mariconeada más, si se enterasen los que subieron y bajaron el Monte Kilimanjaro en patines se mueren de risa http://www.skatelog.com/countries/tz/mt-kilimanjaro.htm), para iniciar ahí el descenso, por lo que hubo que conformarse con empezar en el refugio Berghof. Y aquí la 3ra aclaración: puesto que éramos solamente dos, yo patinando y
mi cuñado Omar en auto, no había quien tomase fotos, la única que sacamos fue antes de comenzar a bajar al lado del cartel del refugio, desde un celular y que se perdió en el espacio teleradiofónico para siempre.
El descenso comenzó el sábado 27 de diciembre de 2008 a media mañana.
La primer parte del terreno sirvió para tomarle la medida al registro fino que necesitaba el freno, ya que la pendiente y el tipo de terreno, rocoso y firme, llevaba a tomar velocidad instantáneamente. También sirvió para probar posiciones del cuerpo que brindaran estabilidad sin limitar el acceso al freno. Esto resultó lo más complicado y me llevó a tener que parar en algunas ocasiones. Para los que no conocen los Coyotes, sepan que las 3 ruedas de 15 cm de diámetro se disponen todas debajo de la bota (a diferencia de prácticamente todos los patines off-road, excepto los Roces, que parecen esquíes con ruedas en las puntas), esto posibilita, por ejemplo, patinar en subida y que sean más maniobrables que otros, pero eleva mucho el centro de gravedad y los hace inestables. Este problema es subsanable encorvando el cuerpo, y aquí surge el dilema: para estar más estable y avanzar mejor hay que inclinarse hacia adelante. En las bajadas, el cuerpo instintivamente busca ponerse perpendicular al suelo, así que sin querer subimos el centro de gravedad y podemos llegar a tocar el freno sin querer. Además, para activar el freno movemos la pierna hacia atrás, por lo que es necesario enderezarse y, por ende, volver a subir el centro de gravedad.
Después de unos pequeños ajustes comencé a bajar a una velocidad importante por el ripio, que en este sector, hasta llegar al centro recreativo Piedras Blancas, estaba bastante firme. El sector posterior estaba muy suelto, lo que sumado a una leve pendiente negativa retrasó el descenso. Superado esto los patines tomaron ritmo de nuevo, superando sin inconvenientes las demás bajadas. Las paradas que tuve que mencioné que tuve que hacer se debieron a que en sectores con “serruchos”, el freno de se activaba y me “tiraba” la pierna para atrás. El resto fue suave y me hizo sentir eso que sólo este tipo de actividad hace sentir.
Próximamente habrá más relatos de otras experiencias de patinaje off-road, espero sus comentarios y preguntas